Cuando nos referimos a la reproducción equina debemos tener en cuenta que involucra tanto la parte del Macho, como la Hembra, dos seres vivos que con la concepción de sus dos gametos se procrean, teniendo como producto otro ser vivo que tendrá la carga genética de ambas partes.
Para poder lograr este objetivo, se necesitan llevar a cabo muchos procesos fisiológicos en los animales involucrados. Ciertamente la naturaleza es perfecta, pero en algunos casos esa fisiología, que es un proceso normal que se lleva a cabo en los organismo, se puede ver afectada por procesos patológicos o eventos externos que se convierten en obstáculos para obtener ese objetivo final, que es la concepción.
A través de los años son muchas las investigaciones que se han realizado sobre los factores negativos que pueden afectar a una hembra o al macho para poder obtener los resultados deseados, y a su vez estudios que puedan resolver dichos problemas de la reproducción. También es cierto que se han hecho estudios para optimizar los procedimientos, para así poder tener un mejor aprovechamiento de los individuos.
El mundo del caballo, es muy grande y selectivo, siempre se busca lo mejor de lo mejor, independientemente de la raza o disciplina deportiva que con ellos se practique, ya que siempre está en un constante avance genético de los ejemplares a utilizar, ya que si se quiere triunfar en los deportes practicados con los equinos, se necesita reproducir los mejores animales del momento para ir en un constante desarrollo y mejoramiento genético de estos.
Debido a esta necesidad de avance, se ha buscado optimizar los procesos reproductivos, es decir, que para obtener una cría debe hacerse de la manera más eficaz posible y así poder conservar a estos animales a través del tiempo para poder sacarle un mejor provecho.
La reproducción equina, no es ajena al avance que se ha hecho en la tecnología, ya que son muchas las herramientas que la biotecnología ha facilitado para su progreso. Es bueno acotar que no en todas las razas de caballos es permitido dicho avance, y el mejor ejemplo de este, es en la raza Pura Sangre de Carrera, que por años se ha mantenido básicamente el mismo esquema de trabajo. Por ejemplo, la inseminación artificial, que es una biotecnología muy común hoy en día, no es permitida en esta raza, ya que se debe realizar la monta directa, es decir, que un macho reproductor monte a la yegua de una forma natural.
Pero si es cierto que podemos realizar un monitoreo ecográfico detallado a la yegua a servir, para conocer el momento óptimo para dicho acto, y así poder esperar los mejores resultados.
En países subdesarrollados y en crías de caballos no profesionales, es difícil encontrar este método de cría, de llevar un seguimiento de la reproducción de los equinos. Es aquí donde a mi juicio podemos encontrar grandes desafíos, ya que entre menos herramientas se dispongan para trabajar, mayor debe ser la creatividad para poder poner en práctica algunas de ellas y poder cumplir las metas que nos planteamos.
Para poder realizar estudios que nos permitan reconocer el comportamiento reproductivo de las yeguas en su ámbito natural, debemos saber que las yeguas se consideran poliestricas estacionales de días largos y su comportamiento sexual está regulado por el fotoperiodo.
Lo mencionado anteriormente nos hace referencia a que las hembras de esta especie equina pueden tener múltiples ciclos estrales durante del año, siendo estos regulados por el fotoperiodo, es decir, la cantidad de tiempo de luz solar que existe en un día.
Ahora bien todo puede variar dependiendo del manejo que estos animales tengan. Por ejemplo, los animales que estén en un sistema tradicional o natural, se comportarán de esta manera, pero si tenemos animales bajo un sistema de estabulación, que la mayor parte del tiempo se encuentran encerrados en instalaciones aptas para ellos, el comportamiento reproductivo será diferente, ya que estará de por medio un manejo artificial o antinatural.
El ciclo estral de las yeguas siempre estará acompañado de una conducta que se divide en la aceptación al macho de la misma especie (estro) o rechazo a él (diestro), según Gary et al., 2007; Youngquist y Threlfall, 2007, “el comportamiento estral se traduce en cambios graduales a través de los días donde la yegua puede mostrar receptividad sexual hacia el macho”.
Es importante acotar que esta conducta sexual no se cumple en el cien por ciento de los casos, ya que en algunas ocasiones encontramos individuos que en su momento fisiológico de aceptación del macho no lo demuestran en sus conductas.
Es por ello que el plantel donde se quieran reproducir los animales involucrados, lo mínimo necesario, entre otras cosas, es detectar el celo en la yegua. Si llegamos a tener problemas en esta etapa, no podremos saber ni estimar el momento óptimo de servicio. Efectivamente, podemos evaluar el tracto reproductivo mediante la ultrasonografía y conocer el estado fisiológico de la yegua, pero es fundamental observar las características externas para no cometer errores, y también para que personas poco experimentadas puedan detectar el momento.
Según Brinsko et al., las expresiones típicas de celo en una yegua se observan a través de la presencia del macho reproductor, y son elevación de la cola, elevación de la pelvis junto con posición de micción, orinar y evertir el clítoris.
Ahora bien, para las yeguas que no presentan el tipo de comportamiento mencionado frente al macho se les denomina como un celo silente que puede estar dado por factores sociales, alguno de ellos puede ser, por ausencia de un macho reproductor o por dominancia de la yegua en el grupo.
Es importante destacar que los animales que son caracterizados por celo silente presentan una actividad ovárica normal, es decir, su proceso fisiológico del tracto reproductivo funciona de una manera adecuada.
El celo silente puede presentarse en el primer celo de la yegua después del parto, llamado “celo del potro”, o cualquier otro. Según Parker, 2013, una causa común de celo silente post parto en yeguas, es su dominante instinto maternal al no mostrarlo.
Como comenta Najjar et al 2019, “algunas yeguas ovulan, sin mostrar ningún signo externo de celo, sin embargo al examen ultrasonográfico, revela una actividad folicular cercana a la ovulación. Durante el periodo post parto, un 20% ovularon silentemente, mientras que el otro 80% mostró signos de celo. De un estudio de 59 yeguas árabes.
Dentro de mi experiencia como médico veterinario tuve la oportunidad de monitorear durante tres meses (septiembre-noviembre 2018) el comportamiento de 24 yeguas de diferentes razas, como cuarto de milla, pura sangre de carrera y criollo colombiano. El “celo silente” se presenció en 6 yeguas, siendo esto un 25% del lote, mientras que el otro 75% exteriorizó su celo. De estos seis animales con ausencia de signos de aceptación al macho, fueron dos yeguas de la raza colombiana, tres puras sangres de carrera y un cuarto de milla.
Como conclusión, es de gran relevancia tener en cuenta los criterios para saber cuándo un animal está en celo. Si al momento de su examen ecográfico observamos que la yegua se encuentra en estro pero no lo exterioriza, debemos realizar un trabajo perseverante con la ayuda del macho para que ella lo exteriorice y pueda ser servida sin ningún tipo de riesgo para el personal y el caballo reproductor, ya que si la yegua no muestra los signos de celo, es una señal de rechazo al macho.
Médico veterinario Eduardo Prado Carroz
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